Hablé con @ElaMinus luego de casi ocho meses de que lanzara su nuevo álbum DÍA. Le comenté que esta era la segunda vez que conversaba con ella y que tengo una imagen muy clara de cuando empezó en una banda llamada Ratón Pérez. Es difícil romper el hielo con ella, porque se siente como si estuvieras hablando con “El quinto elemento” de Luc Besson, pero al tiempo entiendes que es "humana, muy humana".

Parte de esa humanidad se revela en una decisión radical: darle la espalda al público durante sus presentaciones. Ela me contó que tomó la decisión porque los cambios cómo la gente consume música en vivo - el brillo de los celulares, las miradas perdidas - la perturban. Antes buscaba ojos; ahora prefiere que su música hable por ella.

Su nuevo álbum DÍA comienza como un mantra que se transforma en una experiencia sensorial: pájaros que no existen, luciérnagas que son percepción nacida en sintes, y sin embargo...todo suena profundamente vivo.

Me conmueve su capacidad de entenderse con la electrónica para lograr algo excepcional: unir la lógica fría de lo digital con una visión espiritual que asombra.

“Me siento cómoda con las máquinas”, me dijo. Y no puedo evitar verla como una infiltrada en este mundo digital, un eslabón humano entre algoritmos. Una artista que entiende la fragilidad y la fuerza de crear en medio de esta simulación que es 2025.